PABLO NERUDA Y LEOPOLDO PANERO:
POETAS DE DOS MUNDOS DISTINTOS (*)
Cuando José Antonio pronunció aquellas palabras que decían: «¡ay del que no sepa levantar, frente a la poesía que destruye, la poesía que promete», no eran, precisamente, palabras vacías ni faltas de contenido porque no pasaría demasiado tiempo sin que un poeta, Leopoldo Panero, frente al Canto general que escribió el poeta chileno Pablo Neruda, alzara el poeta español su Canto personal expresando así el sentir y el pensar de un grupo de poetas afines a una generación a la que ellos pertenecían.
Hay un momento en que Pablo Neruda en su Canto general dedica un poema «a Miguel Hernández asesinado (sic) en los presidios de España» y es, probablemente, el que causa mayor desesperación a Leopoldo Panero:
No estoy solo desde que has muerto. Estoy con los que te
buscan..
Estoy con los que un día llegarán a vengarte.
Tú reconocerás mis pasos entre aquellos
que se despeñarán sobre el peso de España
aplastando a Caín para que nos devuelva
los rostros enterrados
Que sepan los que te mataron que pagarán con sangre.
Que sepan los que te dieron tormento que me verán
un día.
Que sepan los malditos que hoy incluyen tu nombre
en sus libros, los Dámasos, los Gerardos, los hijos
de perra, silenciosos cómplices del verdugo,
que no será borrado tu martirio, y tu muerte
caerá sobre toda su luna de cobardes.
Y a los que te negaron en su laurel podrido,
en tierra americana, el espacio que cubres
con tu fluvial corona de rayo desangrado,
déjame darles yo el desdeñosos olvido
porque a mí me quisieron mutilar con tu ausencia.[1]
Leopoldo Panero lee la ofensa y el insulto de Pablo Neruda a sus amigos Dámaso Alonso y Gerardo Diego y desea salir en su defensa: Tus insultos de perra son tu anillo / de Judas, agarrado a tu pescuezo. También porque, en palabras de Dionisio Ridruejo, todo el poema de Neruda es un insulto a España y que queda reflejado, a título de ejemplo, en estos versos: España entró hasta el Sur del Mundo. Agobiados / exploraron la nieve los altos españoles. / El Bío Bío, grave río, / le dijo a España: «Detente»... Así pues, un Martes Santo 31 de marzo de 1953, marchó Panero a pasar la Semana Santa a su casa de Castrillo. La idea de contestar a Neruda le dominaba y se sintió moralmente obligado a hacerlo. Además, tenía la completa seguridad que si el propio Miguel Hernández hubiera vivido habría sido él quien escribiera una carta análoga al poeta chileno de palabra española. En los ocho días que permaneció en Astorga compuso la mayor parte del poema, con principio y con final: «podría decirse que era una versión reducida del texto publicado, pero sin que faltase nada esencial»[2]. A su regreso a la capital de España es en el bar de nombre exótico Ombú donde Leopoldo Panero sigue escribiendo el poema grande, fluyente y estremecedor que finalizaría a últimos de mayo, en el tiempo pues, en que las acacias han tardado en abrir completamente sus hojas esta primavera, como muy bien nos repite Ridruejo.
¡Es tan fácil saber de dónde mana
la rabia de la voz, que cuando hablo
es como si vibrara una campana
interior y profunda! Pablo, Pablo,
ni un obrero te escucha o se despierta
dormido entre la rosa y el establo.
Como el dolor que en el dolor se injerta,
una guerra es a muerte, y sin rescate;
mas florece a través la sangre yerta.
Una guerra es un íntimo combate,
y no una voluntad a sangre fría:
donde cae Federico, el agua late;
donde cayó un millón la tierra es mía.
unos caen, otros quedan, nadie dura;
y tan sólo el Alcázar no caía.[3]
Sin embargo, para el poeta Carlos Bousoño en el Canto personal de Panero se halla lo peor de este poeta, aunque al mismo tiempo reconoce que tiene algunos fragmentos excelentes «que yo pondría sin vacilación en una exigentísima antología de su obra», termina diciendo el poeta asturiano[4]. Pero cuando Panero escribió su Canto personal en contestación al Canto general de Pablo Neruda, separados en aquellos momentos por inmensos espacios, no estaba pensando solamente en escribir la poesía que él sabía escribir sino que, como decíamos, quería salir al paso de la ofensa que el poeta chileno hacía a España y a sus amigos Dámaso Alonso y Gerardo Diego..
A la histeria antiespañola de Neruda, opone Panero una caritativa hidalguía, que no le impide alzar la voz cuando el caso lo requiere.
Pablo: mira la noche. Nos promete
majestad de insondable permanencia,
fidelidad lejana. Pablo: vete.[5]
El poeta español Eugenio de Nora, a la muerte de Panero, dice que «el Canto no es, después de todo, un libro doctrinal ni un panfleto, ni un discurso político, sino precisamente –y ahí está el nudo de la cuestión– una obra poética». Estas palabras recogidas por José García Nieto son, en opinión de éste, un acierto totalmente[6]. Y Dionisio Ridruejo también con mucho acierto dice: «Con mucho valor ha puesto, sobre la belleza y la pobreza de España, su orgullo y su tragedia Leopoldo Panero. No ha querido omitir nada: ni siquiera a Miguel Hernández o a Federico García Lorca».[7]
Es tu exacta mentira tan tremenda,
tan brumosa, injuriosa, venenosa,
que arrancarte la lengua es poca enmienda;
y aún sólo caridad mi mano osa.
Pablo: mancillas a Miguel; mancillas
a Federico; escupes en su fosa.
Tan sólo las verdades son semillas
fértiles, y el que miente se equivoca;
a sí propio se araña en las mejillas.
Tu mano está tan general y loca
de cantar (sin cantar) lo que escribías,
que estéril nace todo de tu boca.[8]
Para el escritor cubano Gastón Baquero, Pablo Neruda fue un grandísimo poeta, pero Neruda ha muerto, como poeta, a manos del Neruda político. Según el mismo escritor, Neruda no hace otra cosa que seguir la consigna que le marca el comunismo que le tiene por uno de sus voceadores:
En tres habitaciones del viejo Kremlin
vive un hombre llamado José Stalin.
Tarde se apaga la luz de su cuarto.
El mundo y su patria no le dan reposo.
Otros héroes han dado a luz una patria,
él además ayudó a concebir la suya,
a edificarla
a defenderla.
Su inmensa patria es, pues, parte de él mismo
y no puede descansar porque ella no descansa.[9]
Baquero condena Canto general, libro que demuestra sin lugar a duda que Neruda se vació y quedó muerto después de su gran parto. Fue para el cubano un libro indignante no sólo por la enorme cantidad de tonterías que dice, sino por el desprecio a la inteligencia del lector que supone decirles en esa forma. «Pero hubo particularmente una voz, la de Leopoldo Panero, que ofreció a la América y a España un espectáculo maravilloso: el de producirse en gran poeta y en gran cristiano al responder a Neruda».[10]
Así pues, la voz de Panero, sincera, recia y vigorosa; escribe una carta de hermano, que se duele con el hermano de la mentira brutal: opone caridad al odio, y opone verdad al amaño de la propaganda. Con su contestación Leopoldo Panero «se coloca definitivamente en el sitio que le corresponde en la poesía española»[11] . Y enfrente de la poesía que destruye.
JOSÉ Mª GARCÍA DE TUÑÓN AZA
(*) Artículo publicado en la revista Cuadernos de Encuentro, nº 80, primavera 2005
[1] NERUDA, PABLO: Canto general. Ediciones Cátedra. Madrid, 2003, pág. 521.
[2] FERNÁNDEZ CUENCA, CARLOS en Correo Literario, nº 86, 15 de diciembre de 1953, pág. 14.
[3] PANERO, LEOPOLDO: Obras completas. Editora Nacional. Madrid, 1973, pág. 276.
[4] Diario Abc, Madrid, 27 de agosto de 1987, pág. 27.
[5] PANERO, LEOPOLDO: op. cit., pág. 271.
[6] GARCÍA NIETO, JOSÉ. La poesía de Leopoldo Panero. Editora Nacional. Madrid, 1963, pág. 20.
[7] RIDRUEJO, DIONISIO: en el prólogo del libro Canto personal. Carta perdida a Pablo Neruda, de Leopoldo Panero. Ediciones Cultura Hispánica. Madrid, 1956, 2ª edición, pág. 14.
[8] PANERO, LEOPOLDO: op. cit., pág. 291.
[9] NERUDA, PABLO: op. cit., pág. 453.
[10] BAQUERO, GASTON: El caballero Leopoldo Panero. Revista Cuadernos Hispanoamericanos. Madrid, nº 187-188, julio-agosto 1965, pág. 113.
[11] ARROITA-JAUREGUI, MERCELO: Canto personal. Correo Literario, nº 75, 1 de julio de 1953, pág. 4.
POETAS DE DOS MUNDOS DISTINTOS (*)
Cuando José Antonio pronunció aquellas palabras que decían: «¡ay del que no sepa levantar, frente a la poesía que destruye, la poesía que promete», no eran, precisamente, palabras vacías ni faltas de contenido porque no pasaría demasiado tiempo sin que un poeta, Leopoldo Panero, frente al Canto general que escribió el poeta chileno Pablo Neruda, alzara el poeta español su Canto personal expresando así el sentir y el pensar de un grupo de poetas afines a una generación a la que ellos pertenecían.
Hay un momento en que Pablo Neruda en su Canto general dedica un poema «a Miguel Hernández asesinado (sic) en los presidios de España» y es, probablemente, el que causa mayor desesperación a Leopoldo Panero:
No estoy solo desde que has muerto. Estoy con los que te
buscan..
Estoy con los que un día llegarán a vengarte.
Tú reconocerás mis pasos entre aquellos
que se despeñarán sobre el peso de España
aplastando a Caín para que nos devuelva
los rostros enterrados
Que sepan los que te mataron que pagarán con sangre.
Que sepan los que te dieron tormento que me verán
un día.
Que sepan los malditos que hoy incluyen tu nombre
en sus libros, los Dámasos, los Gerardos, los hijos
de perra, silenciosos cómplices del verdugo,
que no será borrado tu martirio, y tu muerte
caerá sobre toda su luna de cobardes.
Y a los que te negaron en su laurel podrido,
en tierra americana, el espacio que cubres
con tu fluvial corona de rayo desangrado,
déjame darles yo el desdeñosos olvido
porque a mí me quisieron mutilar con tu ausencia.[1]
Leopoldo Panero lee la ofensa y el insulto de Pablo Neruda a sus amigos Dámaso Alonso y Gerardo Diego y desea salir en su defensa: Tus insultos de perra son tu anillo / de Judas, agarrado a tu pescuezo. También porque, en palabras de Dionisio Ridruejo, todo el poema de Neruda es un insulto a España y que queda reflejado, a título de ejemplo, en estos versos: España entró hasta el Sur del Mundo. Agobiados / exploraron la nieve los altos españoles. / El Bío Bío, grave río, / le dijo a España: «Detente»... Así pues, un Martes Santo 31 de marzo de 1953, marchó Panero a pasar la Semana Santa a su casa de Castrillo. La idea de contestar a Neruda le dominaba y se sintió moralmente obligado a hacerlo. Además, tenía la completa seguridad que si el propio Miguel Hernández hubiera vivido habría sido él quien escribiera una carta análoga al poeta chileno de palabra española. En los ocho días que permaneció en Astorga compuso la mayor parte del poema, con principio y con final: «podría decirse que era una versión reducida del texto publicado, pero sin que faltase nada esencial»[2]. A su regreso a la capital de España es en el bar de nombre exótico Ombú donde Leopoldo Panero sigue escribiendo el poema grande, fluyente y estremecedor que finalizaría a últimos de mayo, en el tiempo pues, en que las acacias han tardado en abrir completamente sus hojas esta primavera, como muy bien nos repite Ridruejo.
¡Es tan fácil saber de dónde mana
la rabia de la voz, que cuando hablo
es como si vibrara una campana
interior y profunda! Pablo, Pablo,
ni un obrero te escucha o se despierta
dormido entre la rosa y el establo.
Como el dolor que en el dolor se injerta,
una guerra es a muerte, y sin rescate;
mas florece a través la sangre yerta.
Una guerra es un íntimo combate,
y no una voluntad a sangre fría:
donde cae Federico, el agua late;
donde cayó un millón la tierra es mía.
unos caen, otros quedan, nadie dura;
y tan sólo el Alcázar no caía.[3]
Sin embargo, para el poeta Carlos Bousoño en el Canto personal de Panero se halla lo peor de este poeta, aunque al mismo tiempo reconoce que tiene algunos fragmentos excelentes «que yo pondría sin vacilación en una exigentísima antología de su obra», termina diciendo el poeta asturiano[4]. Pero cuando Panero escribió su Canto personal en contestación al Canto general de Pablo Neruda, separados en aquellos momentos por inmensos espacios, no estaba pensando solamente en escribir la poesía que él sabía escribir sino que, como decíamos, quería salir al paso de la ofensa que el poeta chileno hacía a España y a sus amigos Dámaso Alonso y Gerardo Diego..
A la histeria antiespañola de Neruda, opone Panero una caritativa hidalguía, que no le impide alzar la voz cuando el caso lo requiere.
Pablo: mira la noche. Nos promete
majestad de insondable permanencia,
fidelidad lejana. Pablo: vete.[5]
El poeta español Eugenio de Nora, a la muerte de Panero, dice que «el Canto no es, después de todo, un libro doctrinal ni un panfleto, ni un discurso político, sino precisamente –y ahí está el nudo de la cuestión– una obra poética». Estas palabras recogidas por José García Nieto son, en opinión de éste, un acierto totalmente[6]. Y Dionisio Ridruejo también con mucho acierto dice: «Con mucho valor ha puesto, sobre la belleza y la pobreza de España, su orgullo y su tragedia Leopoldo Panero. No ha querido omitir nada: ni siquiera a Miguel Hernández o a Federico García Lorca».[7]
Es tu exacta mentira tan tremenda,
tan brumosa, injuriosa, venenosa,
que arrancarte la lengua es poca enmienda;
y aún sólo caridad mi mano osa.
Pablo: mancillas a Miguel; mancillas
a Federico; escupes en su fosa.
Tan sólo las verdades son semillas
fértiles, y el que miente se equivoca;
a sí propio se araña en las mejillas.
Tu mano está tan general y loca
de cantar (sin cantar) lo que escribías,
que estéril nace todo de tu boca.[8]
Para el escritor cubano Gastón Baquero, Pablo Neruda fue un grandísimo poeta, pero Neruda ha muerto, como poeta, a manos del Neruda político. Según el mismo escritor, Neruda no hace otra cosa que seguir la consigna que le marca el comunismo que le tiene por uno de sus voceadores:
En tres habitaciones del viejo Kremlin
vive un hombre llamado José Stalin.
Tarde se apaga la luz de su cuarto.
El mundo y su patria no le dan reposo.
Otros héroes han dado a luz una patria,
él además ayudó a concebir la suya,
a edificarla
a defenderla.
Su inmensa patria es, pues, parte de él mismo
y no puede descansar porque ella no descansa.[9]
Baquero condena Canto general, libro que demuestra sin lugar a duda que Neruda se vació y quedó muerto después de su gran parto. Fue para el cubano un libro indignante no sólo por la enorme cantidad de tonterías que dice, sino por el desprecio a la inteligencia del lector que supone decirles en esa forma. «Pero hubo particularmente una voz, la de Leopoldo Panero, que ofreció a la América y a España un espectáculo maravilloso: el de producirse en gran poeta y en gran cristiano al responder a Neruda».[10]
Así pues, la voz de Panero, sincera, recia y vigorosa; escribe una carta de hermano, que se duele con el hermano de la mentira brutal: opone caridad al odio, y opone verdad al amaño de la propaganda. Con su contestación Leopoldo Panero «se coloca definitivamente en el sitio que le corresponde en la poesía española»[11] . Y enfrente de la poesía que destruye.
JOSÉ Mª GARCÍA DE TUÑÓN AZA
(*) Artículo publicado en la revista Cuadernos de Encuentro, nº 80, primavera 2005
[1] NERUDA, PABLO: Canto general. Ediciones Cátedra. Madrid, 2003, pág. 521.
[2] FERNÁNDEZ CUENCA, CARLOS en Correo Literario, nº 86, 15 de diciembre de 1953, pág. 14.
[3] PANERO, LEOPOLDO: Obras completas. Editora Nacional. Madrid, 1973, pág. 276.
[4] Diario Abc, Madrid, 27 de agosto de 1987, pág. 27.
[5] PANERO, LEOPOLDO: op. cit., pág. 271.
[6] GARCÍA NIETO, JOSÉ. La poesía de Leopoldo Panero. Editora Nacional. Madrid, 1963, pág. 20.
[7] RIDRUEJO, DIONISIO: en el prólogo del libro Canto personal. Carta perdida a Pablo Neruda, de Leopoldo Panero. Ediciones Cultura Hispánica. Madrid, 1956, 2ª edición, pág. 14.
[8] PANERO, LEOPOLDO: op. cit., pág. 291.
[9] NERUDA, PABLO: op. cit., pág. 453.
[10] BAQUERO, GASTON: El caballero Leopoldo Panero. Revista Cuadernos Hispanoamericanos. Madrid, nº 187-188, julio-agosto 1965, pág. 113.
[11] ARROITA-JAUREGUI, MERCELO: Canto personal. Correo Literario, nº 75, 1 de julio de 1953, pág. 4.
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