sábado, 2 de octubre de 2010

OVIEDO NO TUVO SU PICASSO

José María García de Tuñón
No hace mucho tiempo que finalicé la lectura del libro de Jesús Salas Larrazabal que escribió en 1987 y al que puso como título: Guernica. Ríos de tinta corrieron sobre las bombas, lanzadas por los aviones de la Legión Cóndor, que cayeron sobre esta localidad vasca el 26 de abril de 1937. La gran mayoría de las informaciones, siguiendo la enorme propaganda de la República, exageraron sobre el número de víctimas que había producido el bombardeo, llegando a barajarse cerca de los dos millares. Sin embargo, un riguroso estudio de Salas Larrazabal llega, en un máximo exceso, a dar la cifra de 120 muertos. Que el nombre de Guernica haya ingresado en la historia como sinónimo de de terror fascista se debe, principalmente, a Pablo Picasso. Éste no pintó su cuadro impactado por el horror. En realidad, recogió unos apuntes realizados anteriormente, pues si se trata de un bombardeo hay que mostrar aviones, y bombas. Picasso sólo pintó un toro, un caballo y una mujer, lo que ha dado motivo a que algunos historiadores se preguntaran: «¿Qué tiene que ver eso con Guernica?».
A Oviedo le faltó un Picasso cuando este mes se han cumplido 74 años de la tragedia que produjeron las bombas de la aviación republicana. Unos 120 ovetenses –coincidencia con el número de muertos de Guernica– que se encontraban en los sótanos de un edificio de la calle Caveda que servía de refugio a cientos de personas, perdieron la vida aquel día, según recoge un diario de la capital del Principado el pasado día 21. Un testigo de aquella matanza, José Manuel García Peruyera, dice que el 10 de septiembre de 1936 perdió a su madre, María Luisa, sus hermanos gemelos, Miguel Ángel y Luis y a sus tías Ángeles y Eloína. José Manuel, que sólo contaba 8 años y que se encontraba en el refugio momentos antes de que cayeran las bombas, pudo salvarse y ahora contarlo, porque su madre le había encargado ir a la farmacia más próxima a comprar unas papillas.
Ahora la obsesión de García Peruyena, es saber dónde se hallan los restos de los cadáveres: «Pueden que estén en la zona de la iglesia de Santullano, debajo de la autopista, porque un cura me dijo que allí estaban enterrados algunos y se supone que los llevaron al viejo cementerio que estaba en el Prau Picón», explicaba durante aquellos días en los que rendía su particular homenaje a las víctimas, recoge el periódico ovetense La Nueva España, quien también añade que hace cinco años entregó una carta a Zapatero, en la fiesta de Rodiezmo, donde solicitaba ayuda para los que, como él, vivieron parte de su infancia entre la bombas de Oviedo y quedaron huérfanos. La ayuda, según parece, nunca llegó, claro, eran muertos del otro lado.

(*) Artículo publicado originalmente en el nº 530 de la revista digital El Risco de la Nava
MERCEDES SANZ-BACHILLER, FUNDADORA DE AUXILIO SOCIALJosé Mª García de Tuñón Aza*

Exageraría un poco si dijera que esta mujer pasó desapercibida para los historiadores, pero no andaría muy lejos de esta afirmación. Sí sorprende bastante que algunos de sus propios camaradas la ignoren por completo en las memorias que nos dejaron escritas: Manuel Valdés Larrañaga, por ejemplo, no habla de ella ni una sola vez; Raimundo Fernández-Cuesta hace otro tanto, aunque la cita en una sola ocasión cuando da la relación de las personas que formaron parte del Primer Consejo Nacional de FET y de las JONS, del que el propio Fernández-Cuesta formaba parte. Sorprende que para José Antonio Girón esta mujer no exista en sus memorias, aunque cita a Javier Martínez de Bedoya, que llegaría a casarse con Mercedes. Éste dice en sus memorias que cuando a Girón le nombraron ministro de Trabajo en cuanto tomó posesión mandó colocar en su despacho un retrato de Onésimo Redondo al mismo tiempo que enviaba un recado a la que había sido su viuda, deseando reparar la injusticia que con ella habían cometido; José Luis de Arrese la ignora también. Otros sí la mencionan: Mercedes Fórmica, por ejemplo, la recuerda en sus vivencias como una mujer «alta, morena, delgada, vestida de luto riguroso, un velo negro sobre los cabellos –signo de dolor vigente en Castilla–, la joven aparecía en los despachos de los personajes envuelta en su desamparo. Llevaba en el vientre un hijo muerto que los médicos le obligaban a guardar hasta el término del embarazo, interrumpido a causa de las penalidades sufridas por la muerte del marido». Pero ahora sigamos con Mercedes Sanz-Bachiller que también se habrá quedado extrañada cuando se enteró de que aquellos camaradas suyos de los años difíciles y que tan altos puestos habían ocupado durante el franquismo, no se acordaran de ella a la hora de escribir sus memorias. Decía también que poco habían escrito sobre esta mujer la mayor parte de los historiadores. Una excepción fue el hispanista Paul Preston que le dedica varias páginas en uno de sus libros, donde llega a escribir que «Mercedes estaba más próxima a Margarita Nelken que a Pilar Primo de Rivera». No es mala la semblanza que hace de ella, aunque abusa demasiado de preocuparse de Onésimo Redondo que nada tuvo que ver con la labor ingente que después desarrolló su mujer. Habría que achacarle asimismo –siempre que tiene ocasión no deja de subrayarlo–, las criticas que hace de los falangistas, para él causantes de todos los males de aquellos meses previos a la Guerra Civil.En el año 2006 el diario El Mundo, con motivo de celebrarse el 70 aniversario de la Guerra Civil, publicó una serie de reportajes y entrevistas con personajes que la vivieron; en algunos casos, como es el de Mercedes Sanz-Bachiller, no llegaron a publicarlos en papel sino que lo colgaron en la red. Como cuenta pasajes de su vida de sumo interés, poco o nada conocidos, he creído oportuno mostrar al lector un resumen, aún así un poco extenso, de lo narrado por ella misma, pues por el análisis profundo que hace merece la pena su lectura:Soy madrileña de Chamberí [nació el 17 de julio de 1911]. Por casualidad, porque mis padres fueron una temporada a Madrid por negocios. Mi historia es francamente triste. Me quedé huérfana a los catorce años. Mi padre murió cuando yo tenía tres años y un poco después murió mi madre. Mis padres estaban separados, algo un poco raro para la época. Mi padre era un hombre de una inteligencia privilegiada y con una imaginación extraordinaria. Debió morir con treinta y pocos años, y ya había ido tres veces a Argentina. Era un espíritu inquieto, un aventurero con ganas de conocer el mundo y de no quedarse en el pueblo. Nació en Montemayor de Pililla, en Valladolid. Mi madre era una mujer de terruño. Muy amante del campo, pero del campo de labrar. Nos casamos [con Onésimo Redondo] el 11 de febrero de 1931 y el 10 de agosto de 1932 se produjo el movimiento militar de Sanjurjo. A Onésimo le vinieron a buscar y le dijeron: «Vete de España, porque van a venir a matarte». Él no había formado parte del movimiento, porque no era militar, pero sí era simpatizante. Se marchó a Portugal, a Curía, y, poco después, fui yo. Onésimo murió el 24 de julio en el pueblo de Labajos. Lo mataron una semana después de producirse el alzamiento militar. Yo creo que fue una cosa preparada. No sé. Hay un gran misterio alrededor de esto. No se sabe si hasta lo asesinó alguien casi nuestro... Es una barbaridad decir esto, pero José Antonio estaba en la cárcel, había cierta rivalidad entre las JONS y la Falange, y la verdad es que Onésimo el día anterior había ido y vuelto sin tener ningún problema. Iba al Alto del León a dar ánimo a los combatientes falangistas. Fue en coche con su escolta, bueno, con un chico, porque a él no le gustaba llevar escolta, con el conductor, que era un íntimo amigo, y con su hermano Andrés Redondo, que luego lo sustituyó como jefe de la Falange. Ellos tres se salvaron, se metieron por los trigos y pudieron escapar. Pero él no, porque, además, les hizo frente.Sucedió así: Al llegar a Labajos les pararon unos individuos que iban en un camión vestidos con camisas azules. Dijeron que eran de la columna de Mangada, pero la verdad es que no se sabe quienes eran. Se detuvieron, porque el camión de los milicianos estaba atravesado en la carretera, de manera que el coche no podía continuar. Entonces empezaron a pegarles tiros.«¡Al de los cordones! ¡Al de los cordones!», gritaban. Lo decían por Onésimo, que llevaba cordones. Primero le hirieron en las piernas y cayó. Desde el suelo, les decía a sus asesinos: «Estáis confundidos, yo no vengo en contra vuestra. Yo vengo a liberaros de muchas cosas que no son justas. Jamás mataré a un hombre con alpargatas». Eso lo decía siempre, porque la alpargata era el calzado habitual de la gente más humilde. Entonces dijeron: «Dale en la cabeza». Y lo remataron. Lo dejaron tirado en el suelo, cubierto de sangre. La vida es así. Hacía tres días que había salido de la cárcel de Ávila. Me quedé viuda con 25 años. ¡Era una niña! Y con tres hijos. Había tenido ya un aborto y cuando me enteré de que lo habían matado perdí también el hijo que esperaba […]. En esos primeros días pensábamos que la guerra iba a durar una semana […]. Jamás pensamos en una guerra civil. Yo enseguida me puse a trabajar. Como creíamos que sería una cosa breve, al Auxilio Social le pusimos el nombre de Auxilio de Invierno. Javier Martínez de Bedoya era ya mi más estrecho colaborador, pero no éramos novios ni nada. Viví los tres años de guerra dedicada en cuerpo y alma a Auxilio Social. Después de la guerra, en el año 1939, me casé por segunda vez con Javier. Yo tenía ya 29 años. Mi boda fue muy criticada, porque yo entonces era la viuda de un héroe. En aquel momento, a Onésimo se le consideraba un héroe con una gran exaltación y con un gran reconocimiento. Sin embargo, hoy ya casi nadie sabe quién es Onésimo Redondo.Javier era un discípulo de Onésimo. Trabajábamos juntos y nos enamoramos. Tenía un año menos que yo y cinco menos que Onésimo [...]. He sido felicísima con él. Hemos cumplido cincuenta años de matrimonio, que ya es raro. Era hijo de un notario y cuando le dijo a su padre: «Mira, me voy a casar con Mercedes», él le dijo: «Ya sabes lo que queremos a Mercedes en esta casa, la queremos muchísimo, pero piensa, hijo mío, que tiene tres hijos, y te quedas con una carga grande». Él dijo: «Eso es precisamente lo que me lleva al matrimonio. Quiero ser el padre de los hijos de Onésimo. La persona que más he querido en este mundo y que más admiro».El 30 de octubre de 1936 se inauguraron ocho comedores de Auxilio de Invierno. Era tal la fe que se tenía en la guerra y tan grande el deseo de liberarnos del comunismo, que la gente no es que respondiese con toda su alma, respondía con todo su corazón […]. Recibí ayudas y colaboración de todo el mundo. Mi única enemiga, porque fuimos un poco enemigas, fue Pilar Primo de Rivera. Son pequeñas cosas que hay en la vida. Nos queríamos mucho, pero tuvimos problemas porque ella era muy absorbente y yo era mujer y tenía el Auxilio Social y ella quería que todo lo que hiciese una mujer le perteneciera y eso no era así. Yo siempre digo que era más inteligente de lo que parecía. No era tonta y estaba preparada. Era la hija de un dictador y en su casa no se respiraba precisamente un ambiente analfabeto, sino todo lo contrario. Pero era mucho menos humilde de lo que la gente creía porque la veían vestida, no mal, descuidada. Yo consideraba que la mujer debía ser siempre femenina, pero ella no. Tenía un poco de calva la pobrecilla, pero no era tan fea. No era ni tan tonta ni tan humilde. Era descuidada. Es una cuestión de coquetería.Dicen que yo copié el Auxilio Social de Alemania. Mi idea original fue dar de comer a los niños de España. Yo no había estado nunca en Alemania, y, además, de julio a octubre no me moví prácticamente de Valladolid. Surgió de una manera espontánea. Yo pensaba: «¿Cómo vamos a permitir que los niños pasen hambre?». Pasaban hambre sencillamente porque sus padres habían sido rojos y estaban en la cárcel o porque sus padres habían muerto en el frente. Entonces pensé: «¿Quién llevará el pan a esos hogares? Nosotros tenemos que sustituir esto por algo que ayude a estos niños a comer». Para mí, entre los niños no hay rojos, ni blancos, ni azules, ni morados. Para mí, el niño es el niño, sea de la clase que sea, y lo mismo me da que proceda de una familia anarquista, que su padre esté en la cárcel o que haya muerto en el frente. Entonces se nos ocurrió la idea de las huchas. Eso sí fue por imitación. Javier lo había visto en Alemania y se le ocurrió copiarlo. En nuestras huchas ponía «Auxilio Social» con unas letras que nos había hecho un dibujante alemán. Parece una bobada, pero era importante que estuvieran bien diseñadas… Con esto se recaudó mucho, pero no era suficiente, de modo que creamos «la ficha azul» […]. Luego, además, tuve una importantísima ayuda del exterior. Eso sí que lo monté yo, con Carmen de Icaza.Una cosa verdaderamente tremenda fue encontrarme con muchas niñas y jóvenes que se habían quedado embarazadas de los soldados. Unos serían de la parte nacional y otros de la parte roja, daba lo mismo. Entonces hicimos una maternidad. Con esto también tuve problemas con Pilar Primo de Rivera. En aquel momento eso de ser madre soltera estaba bastante mal visto. Los conventos y las instituciones religiosas, de las que también sufrí muchas críticas, no las acogían porque no tenían fondos, y por otros motivos. Entonces, estas mujeres venían a mí, y Pilar se indignaba. Yo le decía: «Piensa que tú eres soltera y que no has pasado por la experiencia de tener hijos. ¡Que yo he tenido cuatro, hija mía! Y entonces, una chica de este tipo, cuando se acerca a mí, me habla, o yo le puedo hablar, de una manera que tú no puedes…». Yo creo que llegó a comprenderlo. Pilar sólo me llevaba dos años, pero no era cuestión de la edad. Eran mi experiencia y la suya, que era nula. Yo era una mujer muy moderna para mi época, quizás porque mi formación era francesa y Francia siempre ha ido un paso por delante. Al acabar la guerra quedó una simiente comunista. Franco debió estar tres o cuatro años más, hasta consolidar una democracia, y luego debió marcharse. Quizás el poder hace más que la ambición. Era un hombre honrado, pero no cabe duda de que le pudo el poder.Fue Mercedes una de las mujeres más destacadas en la España de la posguerra, aunque durante esos años, como ella misma reconoció, tuvo «problemas con Pilar Primo de Rivera», y, ésta, en sus memorias, la reconoce como una «mujer dotada de muy buenas cualidades y, muy segura de sí misma, empezó en cierto modo a agrupar a la Sección Femenina» en Valladolid facilitando la ayuda a todas las víctimas fueran del bando que fueran, como así lo reconoce la historiadora Carmen Domingo, cuando escribió: «…los hijos de los odiados rojos no eran merecedores de ayudas por parte del Estado y tan sólo Mercedes Sanz-Bachiller se planteó este problema con miras a solucionarlo». Y así fue como nació el «Auxilio de Invierno» que pasaría a llamarse después «Auxilio Social». La profesora inglesa y periodista Florence Farmborough, que se encontraba en España cuando comenzó la Guerra Civil, se puso al lado de los sublevados y, a través de la radio, hablaba desde Burgos para los oyentes de lengua inglesa. Fue siempre una entusiasta de la labor que desarrollaba el Auxilio Social llegando a escribir: Las muchachas, todas voluntarias entusiastas, todas seguidoras de la Falange, esperan en grupo; con delantales blancos sobre sus vestidos obscuros, con su insignia del yugo y las flechas que destaca sobre el azul marino de sus blusas; están listas para empezar a servir. Las puertas se abren, y entran los hombres y las mujeres. Tienen cuencos y tazones en las manos. Se reparte comida en abundancia para todos; no se piden documentos, no se pregunta nada personal. ¿Qué importa que sean blancos o rojos? Lo que importa es que están hambrientos –eso es suficiente para los falangistas–. Y, si son rojos ¡mucho mejor! Que aprendan la gran lección de que, aunque aprieten el puño con odio –para tomar a la fuerza–, la Falange lo abre para dar con amor.El 30 de octubre de 1936, como ya dijo Mercedes, se inauguró en Valladolid el primer comedor para poco más de cien huérfanos. En pocas semanas los comedores se extendieron por otros lugares de la ciudad y también por otras provincias. Según datos oficiales se abrieron 711 que al año siguiente se aumentaron en 1.265 «donde se alimentaban casi cien mil personas». Un artículo publicado por el escritor sevillano Manuel Halcón, después de su paso por Valladolid, hizo que Mercedes tuviera que trasladarse hasta la capital andaluza para contribuir a que su trabajo tuviera la base de una escala más nacional. En esta capital Pedro de León le hace una larga entrevista donde habla mucho de Ónésimo Redondo, al final, refiriéndose a su trabajo, dice: «…estamos ahora ocupadísimas con la labor del Auxilio de Invierno. Tenemos instalados ya entre la capital y la provincia diez comedores, y esperamos tener doscientos entre todos». A mediados de diciembre se puso a punto la segunda institución que consistía en llevar alimentos para las víctimas de la guerra, principalmente viudas sin trabajo y ancianos. Los alimentos se llevaban en tarteras a las casas donde debían de ser consumidos.Después de tres meses escasos de duros trabajos, comenzaron las primeras dificultades. Una de ellas con Pilar Primo de Rivera que entendía que se estaba metiendo en terreno que pertenecía a la Sección Femenina. En vista de lo cual, pidió entrevistarse con Manuel Hedilla, como jefe de la Junta de Mando Provisional de Falange que era. Éste recibió a Mercedes el 10 de enero, acompañada de Javier Martínez de Bedoya, su más fiel colaborador. «Hedilla decidió que la iniciativa de Mercedes Sanz Bachiller fuese ampliada, desarrollada y extendida a toda la zona nacional. La obra debía comenzar en Salamanca, cuartel general, centro político, residencia de agentes diplomáticos y de periodistas extranjeros. Sería un manifiesto de la Falange que, de modo permanente, llamaría la atención a todos sobre sus obligaciones engendradas por la tremenda guerra. También constituiría –lo que era esencial para Hedilla– una ratificación de fe y de obras cristianas. Que la fe, sin obras, muerta es…». Y como consecuencia, Hedilla extendió dos oficios, uno para Mercedes y otro para Martínez de Bedoya en los que les nombraba responsables de los servicios de Auxilio de Invierno, pero debajo del texto había dos líneas escritas a mano, con letra picuda de mujer, que decían: «Como jefe de la Sección Femenina, encargada de Auxilio de Invierno, Pilar Primo de Rivera». Ambos vieron que Hedilla estaba en manos de los primorriveristas porque al mismo tiempo era destituido, como jefe Territorial de Castilla, Andrés Redondo, sustituyéndolo José Antonio Girón; no obstante, consideraron que no debían meterse en enredos políticos y siguieron con su labor haciendo caso omiso de lo que ocurría ya que contaban con suficientes recursos económicos para no depender de nadie. El abril los sucesos políticos de 1937 se precipitaron de forma rápida. Debido a lo ocurrido en aquellos días en Salamanca entre grupos falangistas, Franco publicó el día 19 el Decreto de Unificación. Esto dio motivo a que Martínez de Bedoya y Mercedes se presentaran de nuevo en aquella ciudad castellana para ver a Ramón Serrano Súñer, a quien transmitieron sus proyectos. Prometió hablar con Franco y «pocos días más tarde conseguimos nuestro objetivo y Mercedes apareció nombrada delegada nacional de Auxilio Social, como servicio independiente y con sus fines bien señalados y reconocidos. Había acabado la etapa de Auxilio de Invierno con las interferencias de la Sección Femenina». A partir de ese momento y con arreglo a los proyectos que tenían, comenzaron a abrir guarderías para los niños que utilizaban las madres trabajadoras, también hogares para huérfanos, etc. Aun siendo abundantes los donativos que recibían, no eran suficientes como para atender tantas necesidades. Fue entonces cuando Mercedes tuvo la feliz idea de constituir los amigos de Auxilio Social en otros países. El primero que visitó fue Portugal y aquí dejó a la enfermera de la Cruz Roja portuguesa, Clarita Lloret, con la responsabilidad del trabajo que la había llevado hasta el país vecino. Luego fue Francia donde conectó con la hija de los marqueses de Villavieja, Pomposa Escandón Salamanca, y con la marquesa de Casa-Pizarro, con el resultado de la formación de un comité presidido por el mariscal Petain. Más tarde, con la experiencia que ya tenía, logró conectar con otros países, incluso de América, que poco a poco le fueron facilitando las ayudas que le eran necesarias.Ya casi terminado el año 1938, Mercedes dirige un mensaje a los delegados provinciales donde les hace ver la necesidad de organizar la solidaridad social de los españoles, necesaria como nunca en aquellos instantes de guerra para mejor servicio de la unidad nacional y expresión del espíritu que animaba a Falange. Las consecuencias lógicas de la actividad constante del trabajo que todos vienen realizando, no sólo son conocidos por su divulgación, sino que las miles de personas que diariamente son atendidas, mejor que nadie han venido proclamando la verdad y las ventajas de la obra de Auxilio Social.Cuando a últimos de enero de 1939 Barcelona cae en poder de los nacionales se instala allí el Auxilio Social. Se encuentran nuevamente en esta ciudad, Martínez de Bedoya, al que le habían encargado de la Dirección General de Beneficencia casi un año antes, y Mercedes. Es cuando el primero cuenta en sus memorias que se declara a la viuda de Onésimo que a ella le pareció una locura por lo que «supondría la boda de la viuda de un héroe de la cruzada, recién terminada la guerra». No obstante a este recelo, el día 3 de noviembre de 1939 se casan en la capilla del Obispo donde sólo asistieron unos pocos familiares de los contrayentes; la boda no cayó bien en determinados grupos falangistas; «su alergia antijonsista –dice Martínez de Bedoya– se disparó de nuevo, sin conformarse con la pieza que en mí habían cobrado; ahora querían la cabeza de Mercedes. El núcleo más visible de la maniobra se condensaba en torno a la Sección Femenina que reclamaba el Servicio de la Mujer, esa organización que para movilizar a las mujeres hacia ciertos trabajos necesarios en las instituciones benéficas habíamos conseguido de Franco». Sí sale en defensa de esta boda Dionisio Ridruejo, quien ha dejado escrito que «aunque para algunos sentimentales y legitimistas aquella segunda boda fuese causa de escándalo, como si se tratase de la violación de un mito. Y fue, en efecto, una desmitificación que devolvía a la heroína su estatura humana, lo que, a mi juicio, es siempre cosa positiva».Ya finalizando el año tuvo lugar el Congreso Nacional de Auxilio Social que inauguró el general Agustín Muñoz Grandes, como ministro general del Movimiento: «Para que sea una realidad esta esperanza y emprender el camino de grandeza de nuestros muertos, es preciso que nuestro espíritu no decaiga, que vibre el alma de nuestra raza, que siempre responde cuando se la llama al combate y el combate no ha cesado, ni mucho menos». Ramón Serrano Súñer tenía reservada la clausura. Es entonces cuando Mercedes comenzó a sospechar que éste trataría de enviarla a casa y reducir el papel de Auxilio Social al mínimo entregándolo, además, al grupo primorreverista. En el teatro Español aquella mañana del 21 de diciembre estaba todo el cuerpo diplomático, el Nuncio Cicognani, altas personalidades del Estado y los congresistas. En el escenario, era la clausura, solos Ramón Serrano Súñer y Mercedes Sanz-Bachiller. Ante cientos de personas, el primero les dijo que Auxilio Social «se trata de una función pública ejercida por delegación de la Administración, ésta debe reservarse la dirección: la apreciación de la necesidad de establecimientos, normas generales, etc. Aun sin llegar a atribuirse un monopolio a Auxilio Social, debe tenderse, resueltamente, a que el Partido vaya regentando la mayor cantidad de obras sociales nuevas». Mercedes aguantó el chaparrón como pudo, mientras que para Javier Martínez de Bedoya todo estaba muy claro. Así lo dejó escrito en sus memorias:Se daba cauce a todos los resentimientos que en ciertos sectores había provocado Auxilio Social con su éxito, con sus recursos propios, con su estilo nuevo y alegre, con su enfoque de que la madre de niños necesitados pudiese trabajar sin dejar de verlos todos los días, sin renunciar a ellos. Se quería absorber todo por el Estado, se recomendaba plantear la acción otra vez a través de la vieja beneficencia oficial, y se pretendía suprimir el eco y la influencia sobre las mujeres trabajadoras que soñaban con guarderías infantiles y jardines de infancia donde pudiesen dejar a sus hijos durante su jornada laboral. Para casos extremos de pérdida del padre y de la madre, Auxilio Social tenía hogares infantiles, pero era absurdo montar una política social auténtica sobre la base parcial y reducida de los orfanatorios, olvidando el amplio espectro de la madre que trabaja por necesidad –máximo en aquellos momentos– para la cual no solo las instituciones aludidas, sino los comedores colectivos, representan un alivio.Mercedes, aconsejada por su marido, fue a ver al general Muñoz Grandes para que transmitiera a Franco su preocupación por las palabras que había pronunciado Serrano Súñer en la clausura del Congreso. A los dos días recibe una llamada del general dándole cuenta de la conversación mantenida con Franco que después de escucharle sin interrumpirle un momento, comentó: «Estimo mucho a Mercedes por sus cualidades y por lo que hace, sin embargo ha concitado muchos enemigos a la vez. Vamos a tratar de ganar tiempo». No fueron estas palabras las mejores que Mercedes esperaba escuchar, pero mientras Franco resistiese ella esperaba resistir. Ganar tiempo para Franco fue firmar un decreto de traspaso a la Sección Femenina del Servicio Social de la Mujer. Pero esto no contentó a los que habían comenzado a maniobrar para quitar del medio a Mercedes y un editorial del diario Arriba echaba por tierra las pocas esperanzas que aún le quedaban. Se entrevistó con Pedro Gamero del Castillo, ministro sin cartera, y vicesecretario del general Muñoz Grandes, para exponerle lo absurdo de la situación. Su respuesta fue: «Nada práctico puede hacerse cuando la parte más oficializada del Partido se ha declarado beligerante en la cuestión». Efectivamente, el 9 de mayo de 1940 la Junta Política recibió de Franco luz verde para proceder a los nombramientos de la nueva etapa de Auxilio Social. El abogado Manuel Martínez de Tena sustituyó a Mercedes, y Carmen de Icaza ocupó la Secretaría Nacional; ambos procedían del equipo inicial de Valladolid, es decir, habían sido sus colaboradores. Pero a Mercedes aún le quedaba el Consejo Nacional; la maniobra no había conseguido del todo sus objetivos. Aquel deseo de José Antonio Girón de querer reparar el daño que se había cometido en la persona de Mercedes, surtió efecto cuando por su mediación Serrano Súñer la nombra del Consejo de Administración del Instituto Nacional de Previsión, órgano promotor de la Seguridad Social. Desde este nuevo cargo, la mayor preocupación de Mercedes fue porqué razones no llegaban al campo los seguros sociales. Llegó a la conclusión de que el obstáculo principal era la falta del censo que diera el número de trabajadores agrícolas. Después de mucho cavilar se acordó de los cientos de delegados locales de Auxilio Social ligados a ella. Estaba a punto de comenzar con el censo cuando la llamó Álvarez de Sotomayor, secretario nacional de Sindicatos, para pedirle que trabajase en Sindicatos en este campo de la previsión social donde nada tenían hecho. Aceptó de buen grado y pronto redactó una circular fundacional de la Obra Sindical de Previsión Social en el que uno de los puntos era lograr su extensión a la vida rural. Pidió a todos sus antiguos colaboradores de la España del campo, la ayuda necesaria para conseguir el ansiado censo nominativo de todos los trabajadores agrícolas; tardó algo más de un año en hacerse con él, pero por fin los sufridos trabajadores del campo podían disfrutar de unas ventajas sociales que antes no tenían. Al mismo tiempo, fue nombrada procurador en Cortes por los Sindicatos.En enero de 1947 con motivo de la visita a España de Eva Duarte de Perón, tuvo que atenderla cuando mostró su interés en conocer directamente realizaciones sociales entre las que estaban la visita a guarderías infantiles. Una de las preguntas que se le ocurrió a la mujer del presidente argentino fue dónde más mortalidad infantil había, si entre los hijos de los obreros acogidos en una de esas guarderías o entre los que se quedaban en casa aguardando el regreso de sus madres del trabajo. Obviamente la respuesta fue que morían más, según las estadísticas, los que se encontraban en la última situación porque los primeros tenían mejor asistencia sanitaria, sobre todo preventiva, y su alimentación estaba más racionalizada. Este mismo año, Mercedes tuvo que trasladarse hasta Granada para ver a su delegado de la Obra de Previsión Social y hacer frente a varias cuestiones, entre otras: resolver los problemas que tenían con los maquis quienes en alguna ocasión desvalijaron «los fondos que los corresponsales traían del Instituto Nacional de Previsión para el pago de los seguros, los cuales, en definitiva, a manos de los más necesitados iban a parar». Incluso en cierta ocasión se llegó a dar el caso que algunos de esos corresponsales llegaron a pagar con sus vidas la defensa de aquel dinero destinado para socorrer a los más pobres. Al año siguiente, en el mes de julio, víctima de un cáncer, fallecía Onésimo Redondo Sanz-Bachiller. La muerte de su hijo la tuvo apartada prácticamente de la política; ni tan siquiera la concesión de la Y de plata que le impuso el ministro secretario general del Movimiento, José Solís, sirvió para animarla; aunque su interés por los asuntos sociales y políticos seguían presentes en sus sentimientos. En 1967, por ejemplo, escribió un artículo titulado La representación sindical en las Cortes no tiene a ninguna mujer: «Creía –dice Paul Preston– que era absurdo que la excluyeran a ella personalmente, pero era igualmente absurdo que no hubiera otras mujeres. Fue una prueba de que su prestigio perduraba en la España franquista que, en cuestión de horas, su artículo provocara por parte de las autoridades sindicales una respuesta que de forma cómica se mostraban dolidas». La seguridad social en la mujer en todos los órdenes, fue también una de sus mayores y grandes preocupaciones. En el Congreso Internacional de la Mujer celebrado en Madrid en 1970, Mercedes presentó una interesante comunicación: se refirió a las mujeres que al casarse abandonaban el trabajo que venían realizando y quedaban excluidas de la protección personal de la Seguridad. Por eso terminaba preguntando: «¿Qué se hicieron con sus cuotas?». «¿A quienes beneficiaron?». Finalmente dejó toda acción política y su figura y su obra pasaron casi al olvido. Revistas de la Sección Femenina como, Medina, Y, Teresa y Consigna, apenas la recordaban, ni tan siquiera publicaban fotografías suyas. El 24 de marzo de 1991 fallecía su esposo Javier Martínez de Bedoya. Con esta muerte, el luto volvía a empañar su corazón muy debilitado desde que muy joven perdió a su primer marido Onésimo Redondo y más tarde al hijo de ambos, sin olvidar la pérdida del que traía en el vientre cuando en Labajos matan a uno de los fundadores de las JONS, con quien se había casado pocos años antes. Esta nueva desgracia, que hundía un poco más su vida, hizo que tuviera que vestirse otra vez de riguroso luto y, sobre sus cabellos, tuviera que volver a poner un velo negro. Pocos días antes pasaba por otro trago amargo cuando el día 17 muere Pilar Primo de Rivera con la que había tenido muchas diferencias en el campo social y político. Cuando se entera de esta desgracia, en un momento en el que su marido se encontraba gravemente enfermo, aún pudo sacar fuerzas para enviar esta emocionada carta al director del diario Abc:Señor director: Ha muerto Pilar: luchamos juntas muchos años, discrepábamos en algunos aspectos, pero teníamos los mismos ideales.Nadie podrá decir de ella más que entregó toda su vida y su trabajo a una España en la que creía y a la que amaba con la misma pasión que su hermano.Su vida fue austera y hasta de una modestia extremada, sin olvidar nunca la dignidad de una Primo de Rivera.Pilar realizó a través de la Sección Femenina (tan injustamente olvidada hoy) una gran labor de formación de la mujer, y aun dando la valoración necesaria al papel que ésta tiene que desarrollar en la familia, impulsó y alentó siempre la participación femenina en la vida política, social y cultural de España.Disentimos muchas veces, Pilar, pero siempre nos sentimos unidas en comunes ideales. Descanse en paz.Fdo. Mercedes Sanz-Bachiller.Desde ese año su silencio se vuelve más profundo. No se la ve, no se la oye, no sale en los periódicos ni en ninguna revista, hasta que un día a Francisco Umbral se le ocurre publicar una novela titulada Capital del dolor, que cita a Onésimo Redondo olvidando lo que un día escribió Camilo José Cela: «En literatura no hay que decir verdad, es cierto, pero se debe evitar decir mentira». Y esto es lo que precisamente no cumplió Umbral porque su libro está lleno de falsedades y la verdad hay que buscarla aunque se encuentre oculta, cosa que no hizo porque de haberlo hecho su sucio juego carecería de sentido. Ello dio origen a que Mercedes le enviara una carta a la que le acusa recibo en uno de sus artículos: «…tengo que decir que me escribe mi querida Mercedes Sanz Bachiller, paisana sentimental y viuda del mítico Onésimo Redondo, haciéndome algunas puntualizaciones sobre la hombría de bien de su marido. Todas las acojo, admito y difundo, pero no olvides Mercedes que Capital del dolor es una novela y no un libro de Historia, aunque los historiadores coinciden en lo ajustado de mis datos. Un abrazo».Como Umbral no da los nombres de los historiadores que dice coinciden con él, vamos a señalar algunas de las falsedades que escribe. En la página 16, por ejemplo, se despacha de esta forma: «Onésimo Redondo, un buen estudiante de Quintanilla que trabajaba de oficinista y había estado en Alemania visitando de cerca el nazismo». Eso es mentira, y grande, porque de todos es sabido que Hitler llegó democráticamente al poder en el mes de enero de 1933 cuando es nombrado canciller del Reich, y Onésimo llega a Alemania, después de obtener una beca (como dicen sus biógrafos) en le mes de octubre de 1927 para asistir a las clases de español en la Escuela Superior de Comercio de la Universidad de Manheim, regresando definitivamente a España en agosto de 1928. En la página 18 le llama «señorito con fincas», cuando sus padres eran gente sencilla, labradores humildes que vivían en un pueblo castellano que sólo tenía modestas casas, campos de trigo y eras donde los sembradores amontonaban el grano recogido. Se lo recordaba su hija, que sentía verdadera pasión por su padre a quien apenas había conocido, en el diario Abc en la carta que envió al director:Sr. director: Onésimo Redondo era abogado y no poseyó nunca ninguna finca. Empezó a defender a los agricultores de su provincia como asesor jurídico del Sindicato Remolachero, antes de iniciar cualquier lucha política. Estos agricultores estaban oprimidos por los créditos usurarios y las condiciones impuestas por una sola fábrica de azúcar. En sus años de lucha política no había «caudillos» en Valladolid. Ledesma Ramos vivió siempre en Madrid y Girón de Velasco era un estudiante más entre los jóvenes jonsistas. Es afirmación grave por calumniosa, decir que Onésimo fundó la «brigada del alba». Para aclarar si esto fue posible reivindico sus «éxitos» frente a los «socialistas perdedores: Agosto 1932-enero 1934: Onésimo está exiliado en Portugal. Febrero 1936-19 julio 1936: Prisión en Valladolid y luego en Ávila. 24 julio 1936: Muerte en Labajos». Este es, pues, su «triunfo», morir a las 31 años.A los sesenta años de su muerte inventar un personaje literario llamado Onésimo Redondo no me parece legítimo. Pido para él respeto a la desnudez de su entrega. Ninguna mentira podrá quitarnos a mi hermana Pilar y a mí el honor de la memoria de nuestro padre. Fdo. Mercedes Redondo.El once de agosto de 2007 fallece en Madrid Mercedes Sanz-Bachiller Izquierdo, «viuda de D. Onésimo Redondo Ortega y de D. Javier Martínez de Bedoya y Martínez-Carande», así reza la esquela que le pusieron sus hijas Mercedes, Pilar y Ana. Su muerte pasó casi inadvertida para la casi totalidad de los medios. Un homenaje a su memoria, firmado por quien estas líneas escribe, divulgado en la revista digital El Risco de la Nava, nº 385, yuna extensa necrológica publicada en Abc, que firmaba Manuel Penella, fueron, casi con seguridad, unas de las excepciones habidas. El periodista del diario madrileño, terminaba su escrito con estas palabras:En mis trabajos de campo, he sido depositario de muchas confidencias informales, unas sonrojantes por la arrogancia de mis comunicantes, otras penosas por referirse a paseos al amanecer. Diré que las relativas al Auxilio de Invierno, de personas que no habían olvidado la ayuda recibida, fueron, por contraste, muy consoladoras para mí. Los beneficiarios anónimos no me hablaron de Mercedes Sanz-Bachiller sino de su obra, a la que se podía acudir sin miedo a las represalias; de allí el agradecimiento. Me llamaron la atención, claro es, sobre la ironía de haber sido realmente ayudados por «los mismos que les había arrebatado a sus padres o maridos. Que esa ironía fuese posible se lo debemos a Mercedes Sanz-Bachiller. Descanse en paz».Y así terminaba la vida de una mujer cuyo camino no fue precisamente un camino de rosas y que ahora envidiosos personajillos, salidos de las más obscuras cavernas, tratan de mancillar su nombre y su trabajo.
* José Mª García de Tuñón Aza es licenciado en Ciencias Económicas y escritor. Artículo publicado originalmente en el nº 137 de la revista Altar Mayor.

martes, 14 de septiembre de 2010

HISTORIAS DE LA VERDADERA HISTORIA (*)

José Mª garcía de Tuñón
Un buen amigo mío me ha dejado hojear un libro de texto que este curso, y anteriores también, van a estudiar los alumnos de bachillerato que han comenzado sus clases en un colegio dirigido por jesuitas. Referirme a todas las historias de la Historia que sus autores Carmen Cortés Salinas y Juan Fernández-Mayorales nos cuenta ocuparía, lógicamente, demasiado espacio del que no dispongo, por eso voy a referirme a un par de muestras de nuestra Historia siguiendo los pasos que nos ha marcado el inoperante Zapatero con su memoria histórica, que, en parte, es la que les falta a los autores del libro que no dicen toda la verdad, solamente la que a ellos les interesa.
Cuando a los futuros estudiantes les explican cómo llegó a la II República a España, se limitan a escribir: «El 14 de abril de 1931 se proclamó la Segunda República en medio del entusiasmo popular y se formó un gobierno provisional que convocó elecciones a Cortes constituyentes». Pero lo que no dicen, tergiversando así la verdadera Historia, es que dos días antes se habían celebrado unas elecciones municipales –en ningún momento hablaban de cambio de régimen– y ganaron claramente las candidaturas monárquicas por un amplio margen, sin embargo los republicanos y socialistas victoriosos en las principales ciudades, consideraron que el único voto válido era el suyo dando motivo a que el rey Alfonso XIII abandonara España para siempre.
Los autores del libro dan un salto en la Historia y dicen a continuación que «las elecciones de junio dieron el triunfo a los partidos de centro izquierda», pero bien que vuelven a callarse, es decir, a no escribir ni una sola línea, de lo que ocurrió con la quema de conventos, en mayo de ese mismo año, donde, además, el primer incendio se produjo en la Residencia de los hijos de San Ignacio de la calle de la Flor de Madrid, como ha dejado escrito Miguel Maura, entonces ministro de la Gobernación. La famosa justicia inmanente ensalzada por Azaña ya estaba ahí. Así, pues, en ese colegio dirigido por jesuitas, como ya he dicho, no parece importarles mucho que en el libro de Historia que estudian sus alumnos se oculten hechos históricos como el que acabo de citar.
A la revolución de octubre de 1934 le dedican no más de media docena de líneas para terminar diciendo que «el levantamiento de Asturias fue sofocado por el Ejército de forma sangrienta». Aunque nada dicen en qué consistió esa forma sangrienta para poder juzgar con objetividad, se callan lo ocurrido a los 34 sacerdotes, frailes y seminaristas que asesinaron en Asturias, además de la voladura de la Cámara Santa y la quema de la Universidad, etc. etc.
En fin, ahora sólo queda espacio para decir que esto es lo que hoy no enseñan a los alumnos de bachillerato y otros consienten que así sea. Tan responsables son los que no cuentan toda la verdadera Historia, como los que consienten que no se cuente.

(*) Artículo publicado en la revista digital El Risco de la Nava nº 528

martes, 11 de mayo de 2010

LAS VUELTAS QUE DA LA NORIA

José Mª García de Tuñón (*)

No descubro nada nuevo si escribo que la mayoría de las cadenas que se pueden ver en España están al servicio de este mal Gobierno que nos ha tocado sufrir. Hace poco tiempo, en una de esas cadenas que, salvo excepción, no suelo ver, tuve voluntariamente, eso sí, que soportar lo que sobre Falange decían en ese programa sectario llamado La Noria que dirige el intransigente e intolerante Jordi González. Comenzó aquél mostrándonos unas imágenes que nada tenían que ver con Falange Española de las JONS, es decir, mezclando secuencias de grupos de la ultraderecha que portaban banderas y emblemas que nunca pertenecieron al partido fundado por José Antonio, pero que a Jordi le daba lo mismo, el caso era manipular la Historia algo que, por otro lado, dudo mucho que el indocumentado Jordi conozca. Una señorita, manipuladora ella y con un gran desconocimiento asimismo de la Historia, decía, sin que le cayera la cara de vergüenza, que Falange Española de las JONS había sido el partido único de Franco olvidando el Decreto de Unificación del 19 abril de 1937; habló también del Cara al sol como el himno franquista cuando lo era de Falange Española de las JONS, y que se llegara a cantara durante el franquismo esa es otra historia; leyó asimismo una serie de ideas que nada tenían que ver con Falange Española de las JONS; se refirió a símbolos preconstitucionales en clara alusión al águila de San Juan que todavía hoy algunos grupos ultraderechistas exhiben en las banderas españolas cuando ese calificativo, tan extendido por parte de indocumentados periodistas, no saben que en el momento en que se aprobó la Carta Magna, el escudo oficial de España era y fue hasta 1981 el águila de San Juan. Estos picaros de La Noria nada dijeron de los que en sus manifestaciones en vez de portar la actual bandera española portan banderas republicanas que, por lo visto, para ellos sí son constitucionales.
Terminada esta serie de enredos, de engaños, de mentiras y lo que es peor, de falta de rigor histórico, entró en liza, en primer lugar, María Antonia Iglesias, la que, según Pedro Ruiz, necesita un exorcismo y a la que otro día el humorista le preguntaba en otro programa de La Noria: «Es puta o no es puta Vd». María Antonia Iglesias calificó el nombre de Falange Española de las JONS como «siglas esperpénticas que suenan a horror y a brutalidad». Por su parte Pilar Rahola, aquella que un día dijo a un policía que iba a ponerle una multa: «Vd. no sabe con quien está, hablando», y a la que también María Antonia Iglesias cuando estaban en campos contrarios le soltó aquello de: «eres una judía practicante, de los que predican el terrorismo militar contra los palestinos», subrayó que no se puede comparar a Falange Española de las JONS «con el Partido Comunista, ni con Carrillo, ni con los nacionalistas catalanes, Convergencia o Esquerra, que lucharon por la democracia». Después tomó la palabra Enric Sopena que fue miembro del Opus Dei y que hoy está al otro lado de la orilla combatiendo siempre que puede a la Iglesia y sus representantes a los que, incluso, llama manipuladores, es decir, ningún camello ve su propia joroba, porque en España hay muy pocos tan manipuladores como él que al igual que sus dos compañeras del cartel defendió la democracia del Partido Comunista.
Este trío está en su derecho, faltaría más, de defender todo lo defendible y hasta lo indefendible, pero lo que no está en su derecho es el tergiversar la Historia porque no es cierto que Falange Española de las JONS fuera el partido único que gobernó durante el franquismo porque como tal dejó de existir el día del Decreto de Unificación que ya ha sido citado. Olvidó asimismo que Franco se rodeó también de políticos democristianos, monárquicos, liberales, conservadores, tradicionalistas y de otros que iban por libre y que, por supuesto, ninguna de esas corrientes tenía que ver con la Falange fundada por José Antonio, ni con el híbrido que vino después donde entraron gentes de todos los colores que nada tenían que ver con la Falange fundacional.
Han defendido sus ideas, lógicamente, y hasta han ido más allá llamando demócrata a Carrillo el de Paracuellos, al que, según el trío, la transición le debía no sé cuántas cosas, pero lo que no se entiende, al menos no lo entiendo, es que Falange Española de las JONS para ellos merezca en estos momentos el fuego eterno, además de ser ilegalizada, cuando quien de verdad trajo el cambio hacia la democracia que tenemos hoy fueron las Cortes franquistas que estaban llenas de camisas azules, aunque desconozco si quienes las vestían eran o no falangistas. Pero sí sé que fue precisamente el sobrino de José Antonio, Miguel Primo de Rivera, quien ante esas Cortes defendió el Proyecto de Ley para la Reforma Política presentada por el Gobierno de Adolfo Suárez, otro camisa azul, porque, dijo, «es la hora de la consulta». Detrás de ambos, Torcuato Fernández-Miranda, que también vistió la camisa azul. Habría que recordar a los manipuladores de la historia que la votación que vino después de la participación de Primo de Rivera, dio el siguiente resultado: 425 votos a favor, 59 en contra y 13 abstenciones con lo que el Proyecto de Ley quedaba aprobado, es decir, de esta manera se acababa con la estructura jurídica del régimen anterior. De todo esto y de los hombres que acabo de citar y otros más, nada dijeron esos tertulianos que más bien se dedicaron a contarnos mentiras o medias verdades que siempre es algo peor.
En la otra parte de la mesa estuvieron los periodistas, Isabel Durán, Ángel Rojo y uno más, cuyo nombre siento no recordar, del Grupo Intereconomía. Ninguno se declaró falangista, era claro, pero defendieron sus propios puntos de vista y, entre ellos, el convencimiento de que el partido Falange Española de las JONS no debiera de ser ilegalizado.Por último, el sectario Jordi González se acercó hasta donde estaba el representante de Falange Española de las JONS, que era como si fuera un convidado de piedra, que asombrado asistía el espectáculo lamentable que estaba ofreciendo el trío, y sin casi dejarle pronunciar palabra volvió sobre si le parecía bien la exhibición de banderas preconstitucionales. A lo que Jorge Garrido, que así se llamaba el falangista, le contestó lo que le tenía que contestar, es decir, que la Constitución se firmó bajo la bandera que portaba el águila de San Juan, que al parecer tanto obsesiona a la izquierda que les lleva a decir todas esas tontería que dicen es preconstitucional demostrando de esta manera una gran falta de cultura histórica. Después, sin casi dejarle decir una palabra más, Jordi González lo despidió, pero eso sí, con gran talante democrático.

(*) Publicado en el nº 511 de la revista El Risco de la Nava.
EL EJÉRCITO ROJO

José Mª García de Tuñón
Ahora hay unas cuantas cadenas de televisión que tienen tertulias –la política es casi siempre el tema principal–, muy interesantes. Se aprenden muchas cosas y sorprenden otras. Hace algunos días en Telemadrid se hablaba de la Guerra Civil española cuando Casimiro García-Abadillo, creo que fue este periodista, en un momento hizo alusión al «Ejército Rojo». Para crear tensión en la tertulia, siguiendo las enseñanzas de ZP cuando hablaba de «dramatizar» porque era bueno para los socialistas, su compañero de velada el historiador y catedrático de Ciencias Políticas Antonio Elorza, sin casi dejarlo terminar, lo corrigió diciendo: «¡Ejército Republicano!». Podía también haber dicho «Ejército de Héroes», como escribe Carrillo, o «Ejército Popular», como dijo Pasionaria. En fin, podía haber mencionado y formulado lo que hubiera querido, cuando le tocara el turno, menos corregir a su compañero porque no estaba diciendo ninguna barbaridad. La barbaridad la estaba cometiendo el catedrático por corregir lo que estaba bien dicho
Este señor Elorza sabe muy bien que las bibliotecas y hemerotecas están llenas de referencias al «Ejército Rojo», lo que ocurre es que en ese momento prefirió provocar, es decir, crear tensión, y meterse en donde nadie lo llamaba, intentando matar la inteligencia de quien dice cosas distintas a las que uno desea que diga. El comunista Narcis Molins i Fabrega, refiriéndose a la Revolución de Asturias, ya citaba varias veces al «Ejército Rojo». El también comunista José Díaz dijo, antes de que comenzara la Guerra Civil: «Queremos una sola milicia. Ni camisas rojas ni camisas azules, una sola milicia que sea embrión del Ejército Rojo de España».
Olvidaba también el corregidor que a Ciudad Real los rojos le cambiaron el nombre por Ciudad Roja, que al Cerro de los Ángeles lo llamaron Cerro Rojo, y que a Porto Cristo (Mallorca), le pusieran el nombre de Puerto Rojo. El poeta Emilio Prados, que formó parte de la Alianza de Intelectuales Antifascistas, escribió estos versos: Vengo de Málaga roja / de Málaga roja vengo. El también poeta y ensayista Juan Gil-Albert Simón fundó en Valencia la revista de poesía El Buque Rojo que se unía a la larga lista de títulos como Frente Rojo, Alba Roja, Carriles Rojos, Heraldo Rojo, etc. Por cierto, Gil-Albert después de sufrir exilio en Méjico y Argentina, volvió a España en 1947, es decir, fue uno de tantos intelectuales que retornaron a su Patria y que al parecer los de la memoria histérica aún no se han enterado. Y, para terminar, desde la simple anécdota, decir que el Ejército Rojo tuvo un general que se apellidaba «Rojo», Vicente Rojo Lluch. O sea, la palabra «rojo» aparece por todos los lados dentro del lenguaje que la izquierda usaba en aquellos años, no sé porqué entonces molestó tanto al catedrático Elorza lo que dijo el periodista.

lunes, 26 de abril de 2010

MIGUEL HERNÁNDEZ
EN EL CENTENARIO DE SU NACIMIENTO

José Mª García de Tuñón
Aunque aún no se han cumplido los cien años del nacimiento del poeta de Orihuela, será el 30 de octubre próximo, en toda España, también en algunas naciones de América, incluso de Asia y África, se recuerda al autor de El rayo que no cesa, conmemorando su centenario. Hasta donde he leído, he visto que más que su calidad como poeta recuerdan su afiliación comunista, pero nadie dijo que Rafael Alberti «no soportó le robara la etiqueta de poeta de la revolución». En uno de esos homenajes que se están celebrando me ha llamado la atención el que protagonizó el escritor y ex secretario del Partido Comunista de Andalucía, Felipe Alcaraz Massats, quien aprovechó la ocasión para hablar de política en vez de referirse más a la obra del poeta Miguel Hernández, porque dijo: «Estamos viviendo la democracia de los vencedores». Es decir, quería que estuviéramos viviendo la de los vencidos, o sea, la de Largo Caballero, la de Pasionaria, la de «¡Viva Rusia!», en definitiva, la democracia estalinista que provocó millones de muertos y convirtió a media Europa en una gran prisión.
Por otro lado, Alcaraz recordó a García Lorca, pero nada dijo que éste poeta odiaba al de Orihuela, detalle que Saramago jamás olvidó: «El talento del genio no le da derecho a menospreciar a los demás y eso no se lo perdono a Lorca». El ex secretario comunista olvidó contar también cuando Miguel Hernández irrumpió en el edificio de la Alianza en Madrid y al ver el festín que estaban preparando mientras otros morían en el campo de batalla, dirigiéndose a Alberti, le dice: «Aquí hay mucha puta y mucho hijo de puta». Al escuchar María Teresa León estas palabras le pegó una bofetada, según ella misma ha dejado escrito. En fin, que con tantos olvidos, el comunista olvidó que los falangistas quisieron esconder a Miguel Hernández para que no fuera detenido. Al no conseguirlo, por una serie de errores del propio poeta, fue juzgado y condenado a muerte por lo que uno de los primeros afiliados a Falange, Rafael Sánchez Mazas, se entrevistó con Franco y obtuvo que le fuera conmutada esa pena por la inferior en grado que serían treinta años.
Sobre la intervención de éste y otros falangistas en favor de Miguel Hernández casi todos lo han obviado: no lo han tocado de pasada, ni tan siquiera de soslayo; solamente se han referido a ellos las asociaciones culturales Ademán y Fernando III, de Sevilla, en un acto celebrado recientemente en la capital hispalense donde intervinieron Javier Compás, vicepresidente de Ademán, el jefe de la sección de Edición de Abc de Sevilla, Romualdo Maestre, y el escritor Aquilino Duque –con quien tuve la suerte de formar cartel en un par de ocasiones–, que glosó la figura de Miguel Hernández a través de la lectura de varios de sus poemas, recordando también lo que le contó el poeta sevillano Romero Murube el día que el autor de Andaluces de Jaén llegó al Alcázar en el momento en que en él se alojaba el mismo Franco que había llegado a Sevilla para celebrar el desfile de la Victoria.

martes, 20 de abril de 2010

CRISTINA ALBERDI

José Mª García de Tuñón (*)
Es una señora que se gana la vida con su título de abogada, que en un tiempo fue ministra con Felipe González y que ahora, en época de crisis, para reforzar sus ingresos aparece de tertuliana en algunas televisiones. Según a qué plató vaya se viste con piel de cordero o con piel de lobo feroz. La semana pasada en Telemadrid fue vestida con la de canis lupus, y usando su derecho, faltaría más, defendió por activa y pasiva al juez Garzón. A mí me pareció normal, aunque otros tertulianos no usaron la misma vehemencia en defensa del juez estrella. Lo que me pareció más estrambótico por parte de esta señora es que después de acabar su defensa en beneficio del juez, finalizara disgustada porque quien intenta sentarle en el banquillo sea Falange Española de las JONS, partido que, según ella, debiera de estar prohibido en España lo mismo que en Alemania no dejan que se legalice el partido nazi. Este lenguaje fuera de lugar, dicho, además, con muy mala intención porque no hay posible analogía, demuestran que amén de desconocer la historia se une al coro de los que intentan que aquí siga habiendo dos Españas, pues por lo que estamos viendo y oyendo parece que hay quien se empeña en que continúen vigentes aquellas palabras del poeta cuando se refirió a que una de ellas «ha de helarte el corazón».
Falange Española jamás provocó una guerra mundial, ni tan siquiera una revolución como la han provocado los socialistas –partido al que ella pertenece o ha pertenecido– en 1934, donde en vez de reivindicar mejoras salariales para todos los trabajadores, se dedicaron a asesinar a sacerdotes y religiosos –incluso a obreros que ningún mal habían hecho y que con seguridad percibían salarios más bajos que los de sus propios asesinos–, además de volar la Cámara Santa de la catedral de Oviedo, quemar la Universidad y docenas de edificios más de misma ciudad, que nada tenían que ver con esa revolución social que nos han querido meter de contrabando. Falange Española no ha tenido un Paracuellos como lo ha tenido Santiago Carrillo que, además, para vergüenza de todos un día a no se sabe quién se le ocurrió la idea de que fuera investido doctor Honoris Causa en la Universidad Autónoma de Madrid. Por otra parte, el juez Garzón, en 1998, utilizando criterios totalmente opuestos a los utilizados ahora rechazó actuar contra Carrillo por crímenes que, según su opinión, habían prescrito, acusando, incluso, a sus promotores de «mala fe procesal» y de «abuso del derecho». De todo esto, Cristina Alberdi, en esa tertulia, ni en ninguna otra, no dijo nada. Y si quiere hablar de crímenes que por lo menos repita las palabras del socialista Indalecio Prieto cuando se refirió a los crímenes «injustificables y estúpidos que uno y otro bando cometieron durante la guerra civil». Yo, por otro lado, recomendaría a esta ex ministra que leyera más, incluso a Rosa Chacel, Victoria Kent, Carmen Martín Gaite, y hasta la misma María Teresa León.
Para terminar su función de mujer progresista, muy recientemente Cristina Alberdi declaró que «el Ministerio de Igualdad es muy positivo, debería haber uno en cada país», para añadir a continuación: «Bibiana Aído lo está haciendo muy bien, avanzado como puede con la situación de la crisis»; es decir, Cristina Alberdi está muy conforme con lo que sobre el aborto nos trajo la miembra, que como todos recordarán, un día dijo que un feto es un ser vivo pero no podemos hablar de ser humano. Y cuando la señora abogada se ha referido a la «crisis» me figuro que será para justificar lo que al parecer ahora ofrecen algunos desaprensivos que no es otra cosa que un descuento para abortar a quienes tengan el carné joven, o sea, los defensores del aborto no han dudado de someter la vida del no nacido a un simple mercado pues para ellos eliminar el feto es sólo cuestión de negocio.

(*) Publicado en el nº 508 de la Revista digital El Risco de la Nava